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Expediciones españolas del siglo XVIII en California, Oregón y Alaska: Nutca




Los españoles reclamaron los derechos de la bula Inter Caetera firmada un 4 de mayo de 1493. La mencionada dispensa definiría un meridiano en concreto, al oeste del cual, todas las tierras "halladas y por hallar" pertenecerían a los monarcas de Castilla y de Aragón. Esto supuso un cambio muy favorable para los Reyes Católicos respecto a lo anterior estipulado donde pertenecían a la corona sólo las tierras que fuesen descubiertas por navegantes financiados por castellanos y aragoneses. En definitiva se les otorgaba toda la costa (este y) oeste de Norteamérica (que incluía Alaska) cuando en 1513 Vasco Núñez de Balboa reclamó (sin saber el alcance de su conquista) para las "Hispanias" “todos los territorios bañados por el Océano Pacífico” al vislumbrarlo desde las playas de Panamá.


Bula Intercaetera con meridiano


Hasta 1768 no comenzaría un nuevo impulso colonizador español por la Alta California, conocida desde el siglo XVI pero por la que no existía preocupación y empeño para sacarle un rendimiento económico. Los rusos e ingleses por el comercio de las pieles se acercaban amenazando instalar sus propias colonias y erigirse como nuevos gestores del comercio de estas costas. El rey Carlos III de España organizó varias expediciones a la región para intentar adelantarse y colonizarla primero. Entre 1774 y 1791 envió varias expediciones desde México para fortalecer y reafirmar las demandas históricas españolas y explorar la costa pacífica de Norteamérica, incluyendo a Alaska en esta soberanía, de la que nunca se había obtenido beneficio alguno, especialmente tan al norte.

Una primera expedición se realizó por la fragata Santiago, dirigida por Juan José Pérez Hernández y Esteban José Martínez de la Sierra como segundo piloto en 1774. Atravesó San Diego y Monterrey e intentaba alcanzar los 60º Latitud Norte para realizar un asentamiento viable. Debido a la falta de suministros con el agua potable fondeó en la Isla de Nutca (53º Norte) en agosto del mismo año. Tras realizar trueques con los indios locales y reconocer la zona regresa en noviembre al puerto de San Blas (México, tan conocido en la actualidad por la canción de Maná, sólo un puerto del que salían tantos barcos podía lugar a una historia semejante).

El virrey de Nueva España (actual México) Bucarelli ante el fracaso de no alcanzar el paralelo marcado puso a uno de los oficiales de la primera expedición, Bruno de Heceta (a bordo de la Santiago, pilotada por su segundo Juan José Pérez Hernández) a cargo de una segunda expedición. El siguiente, más pequeño, la goleta Sonora inicialmente bajo las órdenes de Juan Manuel de Ayala, podría explorar en aguas menos profundas, sin ralentizar la marcha hacia el Paralelo 60 o 65. Cerrando la expedición el paquebote San Carlos al mando de Miguel Manrique.

2ª expedición a Alaska y enclaves españoles en la Costa del Pacífico al norte de de la Alta California
La escuadra sale finalmente un 16 de marzo de 1775 del muelle de San Blas con las órdenes de dejar claras las demandas españolas por toda la costa pacífica norteña. Ante una supuesta enajenación mental de Miguel Manrique, con solo tres días de viaje, tuvo que hacerse cargo del paquebote de provisiones Juan Manuel de Ayala, dejando al mando de la Sonora a Juan Francisco Bodega y Quadra con su piloto Juan Francisco Mourell.

A la San Carlos se le ordenó que regresara a San Blas (para la pronta recuperación de la enfermedad de Miguel Manrique) con la idea de unirse posteriormente a la expedición, lo que resultó imposible por lo que acabaría explorando la zona de la Alta California. Juan Manuel de Ayala atravesaría por primera vez para una potencia europea el Golden Gate el 5 de agosto de 1775. A su regreso los informes tomados por él fueron decisivos para una posterior expedición terrestre a cargo de Juan Bautista de Anza para montar allí un puerto y una ciudad: San Francisco.

Las dos embarcaciones que sí pudieron proseguir el viaje como estaba previsto navegaron juntas tan al norte como pudieron. Al llegar a la bahía de Grenville, el 12 de julio, un grupo selecto de hombres de la Santiago realizaron un desembarco para llevar a cabo el acto formal de la posesión de esta tierra, se convirtieron en los primeros no indígenas que pisaban en el actual estado de Washington. Poco después en el mismo (llamado Punta de los Mártires) en respuesta a un ataque por los indios locales Quinault.

Ambos capitanes decidieron no tomar represalias y continuar con su misión hacia el norte. La tarde del 29 de julio de 1775 se separarían, la Santiago continuaría sin salirse del oceáno Pacífico recalando en la desembocadura del río Columbia. Mientras que la Señora se desplazaría bordeando la costa alcanzando en última instancia una posición de latitud 59° Norte, consiguiendo el 15 de agosto, entrar en Sitka Sound. Allí identificaron y reclamaron el Puerto de Bucareli (Bucareli Sound), Puerto de los Remedios, y el monte de San Jacinto. A través del viaje, las tripulaciones de ambas naves aguantaron muchas dificultades, incluyendo escaseces de alimento y escorbuto. El 8 de septiembre, las naves se dirigieron al sur hacia el viaje de vuelta. Tras avituallarse y curarse en la bahía de Monterrey, el 1 de noviembre regresan a San Blas, Juan Pérez Hernández moriría de escorbuto dos días después en pleno mar.

También los británicos siguiendo el ejemplo de la corona española, enviaron exploraciones a la zona. Durante su tercer viaje, el capitán inglés James Cook envió una expedición a la bahía de Nutca el 31 de marzo de 1778. El comercio de pieles animó a la Compañía Británica de las Indias Orientales a instalar un puesto en el poblado indio de Yuquot en la Isla de Nutca, intentando reclamar dichas tierras como inglesas al ser los primeros en arribar a las mismas. Cuestión completamente falsa y a sabiendas de Cook y su tripulación, puesto que las fuentes reflejan (aparte de todos los diarios de navegación españoles con información precisa y fidedigna de los resultados de tal expedición) cómo la tripulación inglesa encontró a los nativos unas cucharas de plata que fueron robadas a los españoles en 1774.

Los franceses se unen al intento de establecerse en la zona y los ingleses insisten con persistencia desde la base portuguesa de Macao, siendo propietario de la empresa Jhon Meares de nacionalidad británica. Construyó una barraca en la propia isla de Nutca. Ante la gravedad de los hechos Carlos III ordena en 1787 de través del Conde de Floridablanca una cuarta expedición (se había producido una tercera expedición alcanzando el Golfo del Príncipe Guillermo en 1779 a 61º Norte) en 1788 a cargo de Esteban José Martínez de la Sierra y el piloto González López de Haro, a pesar de su no entendimiento cada uno recopila fuentes importantes sobre los posibles asentamientos rusos y de Jhon Meares para el año siguiente regresar (por orden del Virrey de Nuevo México pero sin la autorización de la metrópoli en Madrid) e instalar el Fuerte San Miguel cerca de Yuquot con el fin de reafirmar la soberanía española de la isla y defender sus derechos de navegación.

Esteban José Martínez de la Sierra

Al poco llegaron varios buques ingleses que fueron retenidos, reparados y la carga le sería devuelta cuando tuvieran la aprobación del virrey. Pasarían el Iphygenia, Norwesth América, el Princess Royal, todos relacionados con la compañía de Jhon Meares. Todos retenidos, alguno confiscado como pago por las reparaciones y dejados en libertad con la condición de no comerciar en suelo español. Con la llegada de un barco de la Royal Navy, el Argonaut comandado por James Colnett fue tratado con tal cortesía que Colnett reveló sus intenciones de instalarse en la isla y reclamar sus derechos basados en lo expuesto por el tercer viaje de James Cook como primer europeo sobre la zona. Esteban Martínez de la Sierra (que había participado en la primera expedición a bordo de la Santiago en 1774) le pidió la documentación y el británico apareció vestido de uniforme con su espada, haciendo visible que no reconocía la autoridad española en la zona, tras una discusión Colnett acabó detenido y su tripulación embarcada al puerto de San Blas tutelada por españoles.

Tras no hacer caso de lo insistido por Esteban Martínez, el comandante del Princess Royal regresó a Nutca por lo que fue detenido por el oficial español y su embarcación requisada, engrosando las filas de la marina española. Todos estos barcos y tripulaciones se enviaron a San Blas hasta que el virrey decidiera o la orden de la metrópoli llegara y determinara una resolución final al conflicto. Ésta llegó con la orden de devolver los esquifes a sus dueños pero también con el empeño de conversar el Fuerte San Miguel.

Meses después llegó la noticia de la muerte de Carlos III y la nueva orden de restituir las embarcaciones requisadas para evitar un conflicto aún mayor con Inglaterra. Dentro del contexto geopolítico de 1789, tras el apoyo español a la independencia de las colonias norteamericanas futuro germen de los EE UU, el apoyo de la flota holandesa a la inglesa y en pleno estallido de la Revolución Francesa en el país vecino. Pero por otro lado se intenta dar un nuevo impulso colonizador enviando a la zona al brigadier Pedro Autrán al mando de una flota entre los que destacaban Francisco de Bodega y Cuadra, Francisco de Eliza, Salvador Fidalgo, Jacinto Caamaño y Manuel Quimper (cuyos nombres se pusieron a muchas islas y aún permanecen en torno al actual Vancouver cómo se mostrará después). Así como dos corbetas conducidas por Alejandro Malaspina (da nombre a un enorme glaciar en Alaska).


Juan Francisco de la Bodega y Cuadra

El 3 de febrero de 1790 comienza ligada al mando de Francisco de Eliza con Salvador Fidalgo y con la cobertura de Manuel Quimper (que llevaba la Princess Royal, rebautizada como Princesa Real) las tropas del capitán Pedro Alberni (que dirige la 1ª Compañía de Voluntarios de Cataluña) y una fragata con Jacinto Caamaño. Quimper debía recibir órdenes de Madrid de entregar de nuevo a los británicos la ahora Pincesa Real pero cuando llegó la notificación a San Blas, ya había salido rumbo a Nutca, al no poder fondear allí por el tiempo se dirigió a Filipinas siguiendo órdenes. En Filipinas otro capitán la llevaría para su entrega en Macao, pero antes se cruzó con James Colnett en Hawaii quien le exigió el traspaso de la nave a sus manos de manera inmediata a lo que Quimper se negó. Antes de finalizar el año por fin acabó la fragata en Macao pero estaba destrozada y los británicos no la querían aceptar.

La diplomacia española actuaba con cordura pero con ingenuidad. Se enviaron misivas a Londres que propugnaban el restablecimiento de sus barcos y el reconocimiento de la soberanía española en la zona pero desconocían el altercado de Quimper con Colnett y un nuevo apresamiento de esquife británico por parte de Esteban Martínez de la Sierra en Nutca. Inglaterra contestó airadamente al gobierno ibérico exigiendo la devolución de sus naves, no continuar con esas agresiones y además una satisfacción justa mientras se preparaba para la guerra naval.

El capitán John Meares aportó un informe a la Cámara de los Comunes en el que reclamaba ese territorio como británico basado en el argumento de James Cook y en una propiedad que poseía, construida hacía tiempo cercana a Nutca. Los tratados internacionales y el reconocimiento del resto de países legitimaba las pretensiones del país de la piel de toro en lo que consideraríamos el actual Derecho Internacional, pero el mayor poderío de la marina británica y su empuje estaban a punto de acabar con el último intento de hegemonía española a nivel mundial. El gobierno no podía permitirse una guerra con Inglaterra pero aún así rearmó sus tropas y realizó movimientos tácticos. Tras la previa contestación diplomática de los rusos (accedían inicialmente a no establecerse en esa zona) la respuesta británica era desproporcionada e injusta. Detrás se escondían las viejas pretensiones británicas.


El capitán inglés George Vancouver era el comisionado británico mientras que el comisionado por la monarquía católica era Juan Francisco de la Bodega y Cuadra para negociar cómo llevar a cabo los límites definitivos sobre lo firmado en la 1ª Convención de Nutca. Aunque a finales de 1792 aún no habían llegado a un acuerdo (los británicos proponían que las posesiones españolas llegaran hasta San Francisco, los otros que hasta Nutca o el Estrecho de Juan de Fuca) pero sí se desmovilizaron las escuadras en situación prebélica que era la situación más delicada. En la siguiente convención Jhon Meares fue indemnizado por el apresamiento de los barcos (Esteban Martínez de la Sierra había sido absuelto del juicio español previo). En la posterior y ya 4ª Convención de Nutca en 1794 se acordó evacuar el Fuerte San Miguel y que no hubiera asentamientos permanentes en la bahía por parte de ninguno, así como un acceso libre a cualquiera de ellos por parte de ambas potencias. En 1795 se abandonó definitivamente la isla de Nutca y al arriarse la bandera española se izó la británica. Un año más tarde se organizaría un viaje para constatar lo adquirido por el virrey de Nueva España, pero sería ya la última expedición.

El comienzo de las guerras napoleónicas provocó situar la atención en otros menesteres más apremiantes y olvidarse de esta zona de conflicto. Se transfirieron sus demandas de derechos históricos sobre Oregón y Nutca a los Estados Unidos por el Tratado de Adams-Onís de 1819. La metrópoli perdía sus territorios en Oregón, Florida, Loussiana y la posibilidad de navegar por el Mississipi, pero ganaba el reconocimiento de la soberanía española en Texas. Por lo que el litigio con Gran Bretaña pasaba ahora a estar en manos de EE. UU. quien finalmente zanjó el asunto con el Tratado de Oregón en 1846, paso previo a la definitiva y futura frontera con Canadá.

Topónimos españoles en Vancouver
Topónimos de origen español en la actual Vancouver


Aún hoy se pueden comprobar los restos de estas expediciones españolas de finales del siglo XVIII por la gran cantidad de topónimos de origen español que subsisten no sólo ya por toda California sino también en lugares tan remotos como en la bahía de la isla de Nutca y el Estrecho de Juan de Fuca relacionados sobre todo con los nombres y apellidos de los protagonistas de los sucesos aquí narrados. La llamada Isla de Quadra y Vancouver (hoy conocida como Isla de Vancouver) terminó únicamente con el nombre del capitán inglés por que la historia que recibirían los habitantes de la zona fue relatada como ocurre casi siempre por los vencedores y no por los vencidos.



Chema García
Sobre la bula Inter Caetera ver:


Mapas elaborados por Chema García con Google Earth. Versión 5.2.1.1588 // Gracias a @Miquelsilvestre por la información sobre sus vídeos de Vancouver e Isla Galiano que he insertado en este post.