Ads 468x60px

Push your language´s flag to translate this website

Catalá Galego Português English French German Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

La montaña y la cultura rural en nuestros días





Resulta difícil acercarnos a la "cultura rural". Quizá por que quienes están inmersos en ella y son un agente activo que socializa y recibe y emite rasgos distintivos de la misma la considera parte de sí, de su mundo y la tiene tan interiorizada que no permite a "otros" y menos a los "urbanitas" qué le digan qué tiene que o debe pensar o sentir cuando tantas veces se le ha cuestionado desde "aquellos" que deboran los productos que tanto mima y trabajo, tiempo y esfuerzo le ha costado obtener, aún a costa de sus "no vacaciones" de sus "exiguos descansos" de sus "casi ausentes relaciones sociales que no sean con un entorno que tan de cerca y bien conoce". 
Quizá por que los que no vivimos inmersos en esa forma de vida, nos dejamos casi siempre llevar por los prejuicios de quienes la minusvaloran y además tachan peyoritavemente de "popular" "ignorante" y otros apelativos peores.
Lo cierto es que al llevar eso a cabo estamos idealizando  la cultura de una sociedad post-industrial e idealizada (cuando la que es un "constructo" y la "rara" e "ignorante" muchas veces es precisamente la post-industrial y no la otra que durante miles de años nos ha permitido llegar donde estamos, aún a costa de "triturar" el campo y "cargarnos" una forma de vida sin la cual careceríamos de la herramienta más básica y primaria: Nuestra alimentación).
Hay otras disciplinas científicas que abordan el estudio del comportamiento humano desde otras premisas, pero la antropología precisamente no busca el conocimiento objetivo de lo que ha ocurrido en esa comunidad de seres humanos, sino cómo lo han vivido sus individuos cómo tales o cómo grupo. Es decir busca conocer no los hechos que fueron importantes sino qué parte o cómo se produce la interrelación social y económica o mágico-religiosa entre los mismos para que tenga tanta importancia.
Por lo tanto no trata de discernir entre los hechos y la realidad, sino de comprender el funcionamiento de la realidad subjetiva del "nosotros" y cómo se refuerzan las relaciones frente al "ellos" que no forman parte de nuestro grupo.
Evidentemente los planteamientos teóricos y metodológicos son muy diferentes dependiendo de los investigadores que los lleven a cabo. Si tenemos todo esto presente y si a mayores le unimos la propia duda existencial de ¿Quién es un analfabeto? Probablemente si dejamos a un "urbanita" o persona de ciudad sin luz ni energía durante un invierno en una zona de montaña, esa persona no sobreviviría pues no conoce ni el entorno, no sabe plantar, cultivar, recoger, cuidar de los animales, echará en falta los supermercados y esa multitud de electrodomésticos y aparatos tecnológicos de los que parece que sin ellos el ser humano no llega  a lo que Maslow denominó autorrealización. Por lo tanto hay muchos tipos de conocimiento y "lo superflúo" en ocasiones cambia y el objeto de las burlas se puede convertir en el sujeto que las emite.
Además la historia lo que sí nos muestra, a poca perspectiva con la que la observemos (y tampoco hay que caer en el debate clásico de Oswald Spengler y Arnold Toynbee sobre si las civilizaciones siguen unos ciclos que se repiten en la historia y si nuestra mal llamada "Civilización Occidental" pueda escapar o no a ellos) es el cambio y alternativa que se producen entre el campo y las ciudades. Produciéndose un desarrollo de los primeros para alternar con una caída y desarrollo posterior de los segundos y así constantemente ante sucesivas "crisis", ante la mirada impasible de esos habitantes de la montaña, forjados por el sol y el frío, por la intemperie y lo rudo de una vida que también otorga alegrías y sentimientos cómo a cualquier ser humano.
Por lo tanto las montañas y sus gentes, no son ajenas a las modas, a los cambios, a la minería, al desarrollo expansivo en apenas decenios y a la pérdida de todo aquello con lo que con tanto ahínco se amó y de lo que tanto cuenta desprenderse tras su pérdida y abandono.
Que determinados seres humanos sean más callados no quiere decir que no hayan sufrido impasibles, sino que su carácter les ha enseñado a luchar, a aguantar y a levantarse de nuevo pues ante la nieve y la soledad de nada sirve quejarse.
Estoy convencido, aunque no llegó un año el que yo mismo me crié en una zona de alta montaña, de que somos nosotros los que tenemos que aprender mucho aún de esas gentes de la montaña y no ellos de nosotros y más en tiempos de crisis en las que antes o después las ciudades se transforman y son las montañas y el campo los que albergan una cultura rural de la que nunca podemos ni debemos dejar a un lado.

Chema García

11 comentarios :

  1. Bueno, pues voy a inaugurarlo, con tu permiso. Sabes que llevo muchos años, sobre 33 años, colaborando en la prensa provincial y regional con eso que tu defines muy bien como antropología.
    Ello me ha permitido escribir varios libros donde se resume una buena parte de la historia que allí se fue desarrollando. Tú haces aquí la comparación de la ciudad o los "urbanitas", con el pueblo, y llevas razón en muchas cosas y muchas se nos quedarán en el tintero, pero, fíjate, también hay que referirse, a la pasividad de todos estos pueblos, tal vez porque se veían indefensos, tal vez porque en número reducido no se puede luchar por todo aquello que tanto nos ha costado conseguir. Y tu artículo, precisamente, me va a servir para la entrada en el periódico el segundo viernes de mayo.

    Un fuerte abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alguien que conoce tan bien la montaña como tú,y que tanto la ha estudiado, no podía dejar un comentario con más razón. Pues debe haber algo en al aire, por que @gasolinero en su blog hace un mes ha escrito otra soberbia entrada (en su caso es un relato) llamado Filosofía rural que te recomiendo y sé que te va a encantar. Un saludo y muchísimas gracias por el comentario, por la amistad, y por los ánimos mútuos con los que quieras o no, estas conversaciones centran y plasman ese fluir de ideas que a veces cuesta bajar a tinta en forma de letras. Un abrazo!!

      Eliminar
  2. Bueno Chema, creo que básicamente lo que ocurre es que cuando estás en tu entorno, y estás como siempre has estado, no buscas grandes cambios. Pero cuando llega gente que quiere cambiar al lugareño y a ese entorno, pues no son bienvenidos. Luego, en lugares donde con poco se hace mucho, si se sabe, por lo general no se necesitan muchas cosas que la gente "de asfalto" tenemos como imprescindibles y menos las que no se conocen. Si ha ido bien asi, para que cambiar?
    Luego pienso que todo es por la falta de integración. Cuando se llega a un lugar distinto al habitual, no se puede preterer que ellos, los habitantes del lugar, se adapten a uno sino que hay que intentar integrarse respetando sus hábitos y cumpliendo con sus costumbres. A pesar de que la hospitalidad sea inmensa.
    Un saludo Chema

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy interesante lo que pones encima del tapete Don Mariano, la clave está en el "sentimiento de pertenencia a" quiénes se sienten dentro de ese grupo social y a quienes se acepta o no en el mismo. Quizá la magia del asunto, de la percepción tanto individual cómo social es cuando calan esos sentimientos y razones que la memoria colectiva esboza cómo "sentido común" y "propio" y formen parte tan intrincada de nuestro sistema límbico que estaríamos incluso dispuestos a hacer o no por defender a la "montaña" o esa "cultura rural" de la que otros se burlan. Un claro ejemplo es ante catástrofes, incendios, o incluso anegaciones por la construcción de algún pantano. Cómo sale el apego, cómo el terruño es mucho más que la tierra en la que posamos los pies para convertirse en el mundo que nos da de mamar. Un abrazo y la mejor de mis atenciones para este huesped que viene de una tierra que estimo profundamente. Un saludo y un abrazo!!

      Eliminar
  3. Yo, desde mi experiencia puedo decir que: Nunca he sido más feliz que desde que deje Barcelona con su egoísmo, avaricia, insolidaridad, y me fui 'al monte' la calidad de vida no tiene nada que ver. Lo prejuicios y los tópicos son muy malos, aquí hacemos lo mismo que en las grandes ciudades pero más sano... pero sobre todo, mejor que nadie lo sepa, no vay7a a ser que nos invadan a los Carcassonne... XD. Que pases un estupendo Fin de semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oscar, genial que saques otra parte del asunto y son las "sensibilidades" que el concepto "sensible" tenga connotaciones peyorativas ya nos da una ligera idea de por dónde van los tiros. Hay muchas sensibilidades y "la nuestra" no quiere decir que sea ni la única, ni la correcta, ni la mejor; aunque sí una más a ser tenido en cuenta y respetada en igualdad de condiciones que la propia. Sino adiós a la convivencia, a la paz y al orden social. De hecho los problemas de intolerancia, en gran medida, vienen determinados por estas cuestiones. Gracias por narrarnos tu experiencia, para mí que soy de meseta y ver al sol, los llanos, los árboles y los pequeños ríos a la lontananza supone una tranquilidad, pero también al menos en algún ángulo cuando me gire de golpe he de ver las montañas (el punto cardinal es lo de menos, aunque estoy acostumbrado a verlas al norte y al sur). El espacio percibido es ese gran desconocido (para los urbanitas, no para el resto de culturas) y mismamente en oriente ya se dieron cuenta cómo por ejemplo en las técnicas del Feng shui. Hay una comparativa muy interesante entre valores de una sociedad preindustrial y postindustrial sobre las relaciones sociales, y cómo se produce un tránsito de lo colectivo a lo individual que acaba propugnando ese egoismo, insolidaridad, etcétera que se produce en nuestras ciudades. Lo digno a tener en cuenta en los próximos estudios (si no los hay ya) es cómo al final son las redes sociales las que abren esa ventana a la escalera para hablar con nuestros semejantes y encarrilar la situación de nuevo. Que nadie te invaba tu montaña y las visitas que recibas sean placenteras. ;) Un estupendo finde para ti también!!

      Eliminar
    2. Excelente reflexión, que representa me cierta medida lo que yo opino, pero no se expresar... Gracias. Siempre he dicho que mi relación con BCN es una relación de amor-odia, no puedo vivir en ella, pero tampoco muy lejos de ella.

      Respecto a lo de las redes sociales e Internet en general, hoy en día con este excelente útil, las barreras físicas de lo que existía en las grandes ciudades y tardaba lustros en llegar a la 'campaña' ha desaparecido por completo.

      Eliminar
  4. Pues chicos, creo que entre todos habéis definido mis propios sentimientos. Así que, después de tan buena explicación por vuestra parte, tan sólo me queda darle las gracias a Chema por esta entrada. "Ni hay que ensalzar la vida en la ciudad, ni hay que despreciar la sencilla vida en las montañas"
    ¡Un abrazo y buen finde semana para todos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta tu punto de vista!! Un abrazo y feliz semana!!

      Eliminar
  5. El despoblamiento de las zonas rurales lleva aparejado el desapego de la propia naturaleza convirtiendo una casa en el campo en un éxotico viaje. Yo tengo la suerte de "ser de pueblo" aunque las circunstancias de la vida me han llevado a residir en una cidudad pero teniendo muy claro que mi futuro, espero que cercano, sea volver a mis orígenes.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Ser de pueblo" es un orgullo. Yo no soy de pueblo, aunque durante meses y años viví en algún que otro pueblo. Yo me siento aprendiz de nada, por que me gustan muchas cosas pero a pocas siento un apego verdadero, sin embargo, hay ciertas cuestiones que merecen ser defendidas y puestas en valor y ésta, para mí está claro qué es una de ellas. Un abrazo!!

      Eliminar

Si te ha gustado dale un par de clicks a la publicidad en la barra lateral. Gracias por tu visita.