Imagen estereotipada de "folkore". Ofertorio a la Virgen de la Asunción en La Alberca (Salamanca) |
A mucha gente le suena este término anglosajón, Folklore, y cuando se pronuncia se imaginan a cuatro abuelos realizando bailes regionales, con instrumentos tradicionales o contando historias de viejas. Esa imagen peyorativa, que incluso por desconocimiento puede llegar a producir hilaridad y alguna que otra carcajada, arranca del bagaje, de las costumbres y tradiciones propias de una comunidad y dista mucho de la realidad. El folklore es mucho más que eso.
Algunos investigadores han definido la cultura como toda creación extrasomática de la naturaleza por parte de los seres humanos o lo que es lo mismo, todo aquello que se crea en torno a un grupo social que no está generado por el instinto o la naturaleza. De esa forma todas las comunidades generan unos lazos de unión entre sus miembros a través de sus costumbres y tradiciones. Cumpliendo unos requisitos mínimos (es colectivo, anónimo y no individual, se transmite por vía oral, es perdurable en el tiempo, aglutina y une hasta formar parte de la memoria colectiva de un grupo que lo comparte y transmite) abarca mucho más de lo podemos pensar en un principio.
Por lo tanto el folklore va incluir desde la cultura popular de la sociedad rural, con toda esa vasta riqueza (desde lo musical hasta lo ornamental) pero también todos los mitos y leyendas que se generan (tengan carácter sacro o no) hasta llegar a las más modernas leyendas urbanas, los más graciosos y los peores chistes, todo tipo de chascarrillos, de ocupación del ocio, la plasmación de los mecanismos de la solidaridad entre vecinos y no tan vecinos, e incluso nuestra preocupación por los animales y el medio ambiente... con el tiempo hasta las ONG´s serán folklore.
Desde los ritos más ceremoniosos hasta las más cotidianas y singulares formas de reunirse para jugar una partida de cartas, ir a un pub, de botellón, a la playa, al campo... la celebración de nuestras fiestas... y un largo etcétera. Ninguna sociedad puede escapar al folklore. Otra cuestión diferente son las características en común que tienen las sociedades pre-industriales por un lado y las industriales por otro. Pero nadie es más ni menos que nadie en esta vida por pertenecer a un grupo u otro (o a ambos) de los ya mencionados.
William Jhon Thoms, anticuario británico que acuñó el vocablo "folklore". |
Un estudioso español de esas tradiciones orales que se han transmitido de generación en generación o que surgen espontáneamente en diferentes lugares del mundo, casi a la vez, como son las leyendas urbanas, es José Manuel Pedrosa. Profesor de Literatura Comparada y Teoría de la Literatura por la Universidad de Alcalá. Codirector de la revista Culturas Populares y autor de más de 200 artículos científicos sobre literatura y folklore. Autor de "El libro de las sirenas", "La autoestopista fantasma y otras leyendas españolas", "Historia secreta del Ratón Pérez", "Cuentos maravillosos de las orillas del río Niger" entre muchos otros.
El pasado 13 de abril, se desarrolló una charla-taller en la salmantina Biblioteca Municipal Torrente Ballester, a la que tuve la suerte de acudir. Fue una hora prolija en la que José Manuel Pedrosa en un ambiente distendido nos ofreció un bosquejo de su amplia sabiduría acumulada ya no por sus lecturas y estudios sino con un lenguaje accesible y con multitud de anécdotas, fueron sus viajes por más de medio mundo los que realmente aportaron más expectación y preguntas.
Siempre había tenido curiosidad por saber cuál es la diferencia entre cuento, leyenda y mito... y por supuesto al acabar la charla se lo pregunté. Los cuentos son inverosímiles y se dan en un espacio indeterminado, las leyendas se dan en un tiempo histórico son no sólo verosímiles, sino también verdaderas para el grupo en el que se han formado, en un espacio local también determinado. Los mitos también se dan en un tiempo determinado, pero aluden a los orígenes épicos de un lugar determinado (dioses y héroes normalmente son los protagonistas) pero con la peculiaridad de que son verosímiles de donde parten y con una connotación de creencia religiosa, que ni cuentos ni leyendas tienen por qué tener.
Otra de las afirmaciones de Pedrosa en su charla fue la de que los pescadores mienten. Si quieres ir a buscar un buen relato vete a un lugar donde haya pescadores ociosos y verás la riqueza de versiones sobre historias que cuentan. Se le preguntó que de donde le venía a él esa pasión por el relato y el folklore y su respuesta fue que primero él tenía afición desde muy pequeño por recorrer lugares y escuchar a las gentes esos magníficas historias que te dejan con la boca abierta.
Desde joven cuando tenía tiempo libre primero haciendo autostop y después ya con su coche propio recorría las sierras y montes, los puertos y las fronteras... cualquier sitio donde se generase el más variopinto folklore. Posteriormente pasó a ser como una deuda que la sociedad tenía y tiene con todas aquellas mujeres y hombres que por desgracia van desapareciendo y con ellas y ellos acaba un saber acumulado durante generaciones y quedan relegadas al olvido, si no se hace una recopilación concienzuda y sistemática, para completar los catálogos que ya existen; para recoger ese acervo cultural y que se puede estudiar y reproducir sin desaparecer.
Quizá uno de sus análisis más llamativos pero muy evidentes, tal y como se explica con su elocuencia Pedrosa, es el de que los cuentos y las tradiciones no tienen pasaporte. Van y vuelven, sin entender de fronteras o de cuestiones políticas o administrativas. El folklore está vivo mientras las gentes lo transmitan de unos a otros. Mientras haya niños, medianos o mayores dispuestos a escuchar y sorprenderse con lo inverosímil o lo llamativo de sus relatos, el folklore seguirá su curso... pues es algo vivo que se mueve y cambia con las costumbres pero sin embargo se mantiene inalterable en el tiempo. Qué más da que sean cuentos como el de la Cenicienta... o romances épicos de batallas medievales, o vistosos y románticos relatos... o incluso modernas leyendas urbanas como "La muchacha de la curva" o "La historia trágica del anillo maldito" o incluso la singular "Caza de los gamusinos".
En todas las generaciones se han dado relatos de tradición oral, no creo que por mucho que se generalice el uso de la tecnología vayan a desaparecer los cuentos, ni las tradiciones orales. Mermadas y relegadas sí... hace falta saber por cuanto tiempo... pero siguen cumpliendo una función social muy importante en diversas partes de nuestro crecimiento personal, desde pequeños, en nuestro paso adolescente entrando a la edad adulta, en nuestro ocio así como en nuestra etapa socializadora educando a pequeños y no tan pequeños en nuestros valores, en nuestras tradiciones y sobre todo en nuestra forma de ser como sociedad. Lo que está claro es que el folklore y estudios como los de José Manuel Pedrosa hacen que nos conozcamos un poco más a nosotros mismos, a nuestras tradiciones y de por qué somos como somos, para cada día seguir siéndolo.
J.M. Pedrosa dando la charla-taller en la Biblioteca Municipal Torrente Ballester. |
Desde joven cuando tenía tiempo libre primero haciendo autostop y después ya con su coche propio recorría las sierras y montes, los puertos y las fronteras... cualquier sitio donde se generase el más variopinto folklore. Posteriormente pasó a ser como una deuda que la sociedad tenía y tiene con todas aquellas mujeres y hombres que por desgracia van desapareciendo y con ellas y ellos acaba un saber acumulado durante generaciones y quedan relegadas al olvido, si no se hace una recopilación concienzuda y sistemática, para completar los catálogos que ya existen; para recoger ese acervo cultural y que se puede estudiar y reproducir sin desaparecer.
Quizá uno de sus análisis más llamativos pero muy evidentes, tal y como se explica con su elocuencia Pedrosa, es el de que los cuentos y las tradiciones no tienen pasaporte. Van y vuelven, sin entender de fronteras o de cuestiones políticas o administrativas. El folklore está vivo mientras las gentes lo transmitan de unos a otros. Mientras haya niños, medianos o mayores dispuestos a escuchar y sorprenderse con lo inverosímil o lo llamativo de sus relatos, el folklore seguirá su curso... pues es algo vivo que se mueve y cambia con las costumbres pero sin embargo se mantiene inalterable en el tiempo. Qué más da que sean cuentos como el de la Cenicienta... o romances épicos de batallas medievales, o vistosos y románticos relatos... o incluso modernas leyendas urbanas como "La muchacha de la curva" o "La historia trágica del anillo maldito" o incluso la singular "Caza de los gamusinos".
J.M. Pedrosa y un servidor al final de la charla-taller |
Chema García
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