Atardece... somos la luz que asoma
entre las nubes.
La tormenta más velada...
somos tu cárcel que no cambia.
Sólo existe una paz: tu palabra.
Mi prisión son los huesos transparentes,
te condenan las verdades.
La libertad se dibuja en pinceles
que otros atesoran.
Mas nuestros cuadros se pintan
a base de acuarelas que al azar estallan.
Somos los poros de las piedras
los que reciben en tromba las mareas,
los oídos de la mente que nunca escucha.
Somos los hoyos que gota a gota se pergeñan
taladrando la mente de poetas...
Somos los soles campesinos que dibujan con sus palabras
la siembra que quema la tierra;
el ciego que afila sus guadañas.
El destino no lo marca el camino
sino la intensidad de la pisada.
Que la lluvia te empape,
mantente en pie.
Que se aparte el ego... el espejismo
que fabrica esclavos y amamanta sus edenes.
Muere, sin ser otro...
y bajo el barro oscuro de tu cauce,
renacerá el brillo de la plata.
No hay paz con el hambre en cada esquina.
No hay guerra... si el amor nos encarama.
Chema García
Atardece -
(c) -
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Atardece -
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Bellas y certeras tus letras, Chema.
ResponderEliminarUn lujo de poema.
Un placer siempre visitar tu "Tierra".
Lau.
Gracias Lau, el placer es mío siempre que visitas este rinconcillo de árboles. La "Tierra" no tiene dueño, es de todos; sobre todo de los que la cuidan y la tratan como vos. Un besazo enorme
Eliminarprecioso, Chema. La fuerza interior puede con todo, especialmente cuando se escuda en la imprevisible naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y aunque haya tantas veces que no la sintamos, ni nos sintamos; es precioso cuando nos hace sentirla y notar como nuestro corazón late, sobre todo si es a través de otros. Un abrazo.
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